Mi silencio es sordomudo,
sólo responde al tono salvaje
que se duele a tu encuentro,
incendiando azucenas
que brillan al sinuoso paso
de tu mirada caramelo.
Lo llenas todo sólo al pensarte,
mi corazón riela como un mar
al amanecer que la sal quiebra.
Tu nombre se enrosca
entre los muros de mis labios,
y yo me deslizo,
mortal hacia a ti,
hacia donde nacen y mueren
tus más tiernos latidos.
Me recreo a mí misma
en ti mismo,
en un sueño de vesubial tremor,
es tu boca, ¿o la mía?
la que muerde el beso
deteniendo las agujas
del reloj del alma.
Me pierdo añorándote,
busco entonces el abrazo
de los pasos de tu voz,
mis dedos negocian con tus dedos
el intento de saciar su tacto.
En algún momento
recuperaremos la penumbra,
arrobados viviremos, otra vez,
arrobados moriremos, de placer,
arrobado el imposible se hará atemporal,
y no seremos sin poder dejar de ser
muerte y vida,
uno y todo inabarcable
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3 comentarios:
Qué bonito Celsa! No se como interpretar lo del silencio sordomudo. Hay silencios que dicen mucho y ven demasiado.
Besos poeta
Bueno Josep... sabes que me me gusta jugar con las palabras, como no se quejan, jajajaja... Es un silencio un tanto rebelde, ¿no te parece?
Gracias por estar. Un besazo!!
Lely, gracias por tus palabras!! Voy un poco atrasada en las visitas por motivos de trabajo, pero ahí estaré.
Un abrazo!!
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