La noche
lanza una estrofa,
acaricia de lejos
el testimonio mudo
de los secretos de la almohada,
naufraga,
borracha de versos,
en el océano cadencioso
de tus labios.
Caricias de puntillas
se preparan para hollar
los sueños de los guiños
escondidos en tu sonrisa.
Mueren las reglas
y las cadenas
en los zapatos del deseo.
Aquí la única bandera
es la que gravita
en las instancias
de los cuerpos...
Ondean desplegados
sus colores,
conmovidos
a la arruga del placer
que sacude el final del poema.
Una anáfora de piel con piel
termina desplegando
la leyenda de un rocío
húmedo, argentino.
Justo en mi abismo... tu amanecer.
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1 comentario:
Poeta que gravitas por la globosfera y otros circulos sociales, que de la arruga le encuentras un placer y a rocíos legendarios les otogas nacionalidad,
que gusto da leerte.
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