Para mi hijo Fran, en su veintidós cumpleaños
En ti la libertad de mis alas,
el roce de la piel que acarició
por vez primera la ternura
más honda de mis entrañas,
la primera lágrima de Vida,
la carne de mi carne
gestándose en Amor...
Qué solo era mi espejo
hasta que tu boceto surgió
como magia de mi sangre
dando forma a tu corazón...
Tan pequeño y tan enorme...
Me has dado el aire
con el que he tejido tus juegos,
el soplo de tu sonrisa
apostando en la proeza
de un lejano gateo,
la chispa olvidada
de mi primera inocencia,
abrazos contra las dudas
que curaban los interrogantes
que dolían como heridas abiertas...
Me has sacudido las sombras,
las nostalgias, las astillas,
me has encendido tantas luces
que llevo veintidós años
sintiéndome siempre niña...
Sí, ya sé que eres un hombre,
que has soltado mi mano
para plegarte perfecto
en el hallazgo de tu costilla...
perdóname, vida mía,
pero es que es muy grande ser madre
y duele un poco soltar las bridas...
Galopa, hijo, galopa,
que nadie te imponga barreras,
exprime la savia del pasto efímero
al que llaman horas
con la Libertad en la crin
como la más hermosa bandera...
Nunca faltarán en tus alforjas
el abrigo de mi apoyo y de mis besos,
sea cual sea el camino de tu Destino,
en tus venas va mi fuerza,
cada latido que necesites,
el incondicional amor
de esta madre que siempre
te abrirá sus puertas...
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