Detenerse, refexionar, respirar y sonreír al contemplar el inmenso mundo que se nos ofrece y que no vemos, no sentimos, no escuchamos ni olemos por tanto correr. Detenerse, acallar las voces de todos esos condicionamientos que nos cohabitan, dormirlos con el arrullo de la serenidad para luego, en silencio, escuchar lo importante, escuchar a la Vida que se queja y también nos pregunta, escuchar al ser que somos, al de verdad, al que está conectado a través de su alma con la flor, la semilla, el riachuelo, la tierra de esa maceta, el Sol, la Luna, el hermano...
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Celsa Barja © 2010
2 comentarios:
Querida amiga:
Estamos rodeados de demasiados ruidos que no nos dejan escuchar.
Un beso a través del cristal de mi ventana
Es cierto, cuesta centrarse a veces, hasta el silencio tiene ecos!! Gracias por asomarte a tu ventana.
Un beso desde mi terraza, con sol!!!
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