Desnúdate del traje, descalza la mentira,
atrévete a salir de tu cuerpo para sentir,
aunque sea un segundo,
cómo duele a muchos la vida.
Entra en las cavernas silentes de la miseria,
sirve tus manjares en un plato deforme de arcilla,
come tú sus hambres erosionadas,
arrodíllate en el altar donde cada día los humillas.
Te lo digo a ti, tan sabio, tan casto, tan rico,
no veo tu sangre en el cáliz que profanas,
no veo transparencia en tus loables palabras,
sólo ese corazón de mármol latiendo entre humo,
el pulso crudo y vacío que agrieta la inocencia...
Desnúdate de ti y mírame a los ojos,
atrévete a ser niño de tu propia celda,
dime a qué saben los besos de tu dinero
y si la cópula tierna no te revienta,
sostén mi mirada ya que eres tan hombre,
tan sabio, tan casto, tan rico,
dime dónde está tu valor, tu alzado interés,
dónde está el placer de sentir en tu carne
tu propia extorsión,
dímelo así, desnudo de ser,
cuando otro juega a ser tu dios y tu dueño,
cuando no eres nada y ni tu sombra te sonríe,
en este instante que duele el miedo hasta de ti,
¿dónde está tu poder?
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Celsa Barja © 2010
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2 comentarios:
No sé quien es, pero visto lo visto no quiero ni su dinero, ni su poder ni su desdicha.
Precioso verso castigador.
Un beso
Gracias Josep, es un poema de los muchos que dono a favor de la infancia. En este despojo al pederasta, ojalá fuera tan sencillo...
Un beso grande!!
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